La situación de esta etnia la ubicaba durante años en
el escalón social más bajo, sujeta a los disímiles prejuicios por su condición
económica, por el color de su piel, por el no dominio completo del español y
por otros factores vinculados a las zonas donde se radicaron (oriente y sur del
país, fundamentalmente, en áreas cañeras, cafetaleras y otras).
Permanecían los vestigios de discriminación contra la
población desposeída, residuos de los desiguales procesos económicos de la
época colonial, provenientes fundamentalmente de la explotación del trabajo
esclavo, que hacían que la población de piel oscura, los pardos y mestizos,
fueran constantemente discriminados socialmente.
Para ellos estaban destinadas las faenas más peligrosas,
agudas, rudas y consideradas denigrantes para todo ciudadano pudiente. Así,
mantenían los trabajos artesanales tradicionales en tiempos de la colonia.
A los negros que habían llegado a tener un pedazo de
terreno se les quitó paulatinamente.
Esa era la política implantada por la burguesía del
patio y por el capital financiero norteamericano, quienes incluso incentivaban
la separación de la población según su origen étnico o característica de
nacionalidad.
Este panorama no cambió en nada a favor de la
población negra cubana con el término de la guerra y la supuesta instauración
de la independencia en 1902. Desde la primera magistratura de cubanos al frente
de la República
no sólo se mantuvo el racismo y la discriminación por el color oscuro de la
piel, sino que fue elevado con los nuevos designios trasladados a Cuba por los
elementos racistas del sur norteamericano, dominantes en la isla.
El ciudadano cubano de por sí era considerado de menor
categoría en su propio país dominado por los intereses extranjeros imperantes
en toda la nación, pero el cubano negro era, a su vez, de menor consideración
que el cubano blanco.
Le estuvo vedado al negro ingresar en el ejército y en
la policía desde su formación en la república y a acceder a los puestos o
servicios públicos en oficinas y otros
lugares, al ejercicio de la diplomacia, restringido ingresar en las carreras
jurídicas y universitarias, no se le permitía el ingreso en las escuelas privadas en general, y en las de carácter religiosas, llegándose
al extremo en los oficios en las iglesias de fijar separadamente un día para el ayuno para los blancos y otro
día para los negros.
En el movimiento sindical las asociaciones dominadas
por los anarquistas de origen español los trabajadores negros no sólo no eran
admitidos como miembros, sino que se estimuló una actitud de rechazo contra los
inmigrantes, sobre todo, contra los antillanos, en su inmensa mayoría negros.
Los negocios y otros locales con dominio del capital
norteamericano como tiendas de ropa, los ferrocarriles, joyerías o el simple
servicio en establecimientos gastronómicos tenían restringido el empleo a
personal de piel oscura.
Sufría la vejación de no poder pasear como los blancos
por los mismos lugares en los parques y las playas, o asistir a determinados
teatros y funciones, hoteles o asociaciones
de recreación.
Todo este panorama discriminatorio contra la población
negra cubana lo sufrió el haitiano llegado a la isla para desempeñarse como
bracero en la zafra azucarera. El estuvo
bajo el influjo de actitudes de exclusión y represión social de todo tipo no
sólo por el color de su piel oscura, sino también por no hablar bien el idioma
español, venir a pujar por las pocas oportunidades de trabajo y por ser
extranjero.
Los inmigrantes antillanos fueron rechazados por la
oficialidad de turno en la medida en que se acercó la etapa de crisis económica
mundial.
En 1921 el presidente Alfredo Zayas firmó el Decreto 1404 mediante el cual se exigía el reembarque de los braceros antillanos.
Al Congreso cubano fueron presentados diversos proyectos de leyes contra la inmigración, con el fin de limitarla o suspenderla.
Los potentados azucareros no tan solo se opusieron a esta salida de la mano de obra barata, sino que estimularon la existencia de los inmigrantes ilegales en el país.
En tanto se evidenció una enorme reducción en los inmigrantes que arribaron al país en 1922, esto cambió en 1923 y siguientes años hasta el 1928.
Bajo acuerdo con sus respectivos gobiernos, la administración cubana realizó la repatriación de 15 600 antillanos en 1928, la mayoría haitianos, 2 100 salieron por su propia voluntad.
La crisis económica capitalista mundial de 1929 agudizó la situación.
Fueron implantados férreos controles sobre la población extranjera que arribaba y la residente en el país, y a los antillanos en especial se les propinó un abusivo trato por parte de las autoridades.
En 1930 fue presentado un proyecto de Ley de Inmigración y Colonización mediante el cual se prohibía la entrada al país de antillanos y chinos, entre otros.
La entrada de inmigrantes prácticamente se paralizó en 1932.
En 1921 el presidente Alfredo Zayas firmó el Decreto 1404 mediante el cual se exigía el reembarque de los braceros antillanos.
Al Congreso cubano fueron presentados diversos proyectos de leyes contra la inmigración, con el fin de limitarla o suspenderla.
Los potentados azucareros no tan solo se opusieron a esta salida de la mano de obra barata, sino que estimularon la existencia de los inmigrantes ilegales en el país.
En tanto se evidenció una enorme reducción en los inmigrantes que arribaron al país en 1922, esto cambió en 1923 y siguientes años hasta el 1928.
Bajo acuerdo con sus respectivos gobiernos, la administración cubana realizó la repatriación de 15 600 antillanos en 1928, la mayoría haitianos, 2 100 salieron por su propia voluntad.
La crisis económica capitalista mundial de 1929 agudizó la situación.
Fueron implantados férreos controles sobre la población extranjera que arribaba y la residente en el país, y a los antillanos en especial se les propinó un abusivo trato por parte de las autoridades.
En 1930 fue presentado un proyecto de Ley de Inmigración y Colonización mediante el cual se prohibía la entrada al país de antillanos y chinos, entre otros.
La entrada de inmigrantes prácticamente se paralizó en 1932.
Posteriormente se originarían entradas esporádicas de
elementos haitianos en la isla, en su mayoría en forma clandestinas y otras
legales como viajantes como turistas y
otros.
La situación política en Haití con la llegada al poder
de Francoise Duvalier y posteriormente de su hijo Baby Doc insuflaría nueva
dinámica a la llegada de haitianos a Cuba. Escapados del régimen de terror
instaurado allá, o por sus labores como opositores al dictador, arribaron a
Cuba durante años.
Tras la caída de la dictadura de los Duvalier se han
producido éxodos hacia otros países, a veces de familias enteras, ante la
precaria situación económica y social que vive Haití, ente ellos, los que han
llegado a Cuba.
El mal tiempo y las no adecuadas condiciones de las embarcaciones han provocado recalas en las costas cubanas en solicitud de auxilio en provisiones y medicamentos.
El mal tiempo y las no adecuadas condiciones de las embarcaciones han provocado recalas en las costas cubanas en solicitud de auxilio en provisiones y medicamentos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario