miércoles, 24 de agosto de 2016

CULTURA HAITIANA EN CUBA



La dimensión cultural del elemento haitiano dentro del desarrollo de la nacionalidad cubana está aún por caracterizar en su justo alcance y en todos sus aspectos.

Entendida como modo de ser y de hacer y no solo la acumulación y manifestación de conocimientos estéticos y artísticos, la cultura haitiana ha tenido un rol en el proceso de transculturación que de diversa naturaleza se ha originado en Cuba.

Es parte integrante de ese gran “ajiaco” cultural y formador del pueblo cubano.

De la etapa precolombina los propios colonizadores españoles se encargaron de arrasar a la población residente y que provenía de la región conocida hasta entonces como Haití, por lo que no pudiera afirmarse de una prevalencia cultural de aquellos aborígenes.

El aporte del haitiano a la integral formación cultural cubana se manifiesta con mayor fuerza desde la llegada e inserción en la vida de la colonia española del siglo XVIII de los fugitivos franco-haitianos con sus dotaciones de esclavos, en la etapa de la Revolución de Haití, y pasa por los restantes componentes de la inmigración desde aquella región durante los siglos siguientes.

A través de los años se han ido sedimentando en la realidad cubana los elementos y valores de toda naturaleza provenientes de los haitianos, convirtiéndose en parte inseparable del desarrollo integral de toda la sociedad.

El haitiano, centro de ese intercambio en tanto objeto y sujeto del proceso mutuo de influencia cultural, ha tenido en diversas etapas comportamientos de defensa de sus hábitos, costumbres, creencias, etc., ante la agresión, sojuzgamiento y discriminación sistemática a que estuvo sometido durante años por los otros integrantes de la sociedad hasta el triunfo de la Revolución cubana

Aún cuando los haitianos autóctonos mantuvieron una tendencia hacia una forma de vivir abroquelada, defensiva, autoformadora, encerrada en sí misma respecto al resto de la sociedad, no fueron ellos, ni sobre todos sus descendientes, totalmente ajenos a la asimilación creativa de la realidad circundante, de los avances de economía, la ciencia, la tecnología, la cultura, en fin, del desarrollo de la sociedad cubana.

Así ha transcurrido la preservación y afirmación de su identidad cultural, de sus hábitos sociales y actitudes individuales, que conforman hoy día el estilo de vida y de trabajo, las manifestaciones de su participación activa en la vida cultural del país.

La preservación de la diversidad cultural se logra, como es política en Cuba, mediante el respeto a las identidades culturales. En su respuesta a la Oficina del Alto Comisionado de la ONU sobre la Resolución 2004/20, el país enfatizó sus principios en aras de la promoción de las identidades culturales de todos y del respeto por las diversas identidades culturales.

La cultura es considerada aquí como medio de acceso a una existencia intelectual, afectiva, moral y espiritual mas elevada.

El haitiano en Cuba ha accionado por rescatar y mantener vivas sus costumbres y tradiciones, el folclor y su identidad étnica en las actuales y futuras generaciones de sus descendientes.

La divulgación sobre la historia de Haití, sus creencias, sus ritos, sus canciones, sus danzas y otras riquezas de su cultura han estado al lado de la transmisión de su educación familiar y del respeto a los mayores como una cotidiana necesidad en el seno de la comunidad de haitianos y sus descendientes en la isla.

Contribuir a la preservación, diseminación y continuidad de los valores culturales de esta población caribeña y sus descendientes en el contexto cubano se convierte entonces en una práctica a mantener de una manera consecuente.


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