miércoles, 24 de agosto de 2016

CULTURA CUBANA



Los aborígenes, presentes en la isla hacía más de cinco milenios, habían desarrollado culturas de recolector-cazador y en primitivas comunidades agrícolas, todo lo cual fue arrasado durante la conquista y colonización española. Solo la hamaca y el tabaco sobrevivieron a tal desastre y pasaron después a formar parte de la cultura cubana.

En el proceso histórico cubano a la isla  llegaron elementos representativos de culturas diversas por el  permanente transito, intercambio y fusión de pueblos que se produjo. Inicialmente por gallegos, canarios, andaluces, vascos y otros de la península Ibérica, quienes arribaron a ella con sus modos y lenguaje culturales iniciales reproductores de la metrópoli.

Luego, con una inmigración obligada por la trata de esclavos, llegarían los negros africanos de Dahomey, el Congo, Guinea, Angola y otras regiones traídos a ella durante cuatro siglos. Con su cultura africana, entrarían en un  proceso de resistencia, de integración y de mestizaje en el nuevo escenario donde les tocaba vivir.

La formación del elemento criollo, cada vez más diferenciado del origen europeo, junto a negros y mulatos esclavizados o libres, iban caracterizando la población en la isla.

Todo ello ayudaría a formar la cultura cubana, integrada, mestiza.

Las luchas por la independencia, desencadena en los periodos de 1868-1878 y 1879-1880,  acrisolan la nacionalidad cubana  y culmina el proceso de formación de los elementos culturales propios.

Carlos Manuel de Céspedes, al frente de las tropas mambisas que liberaron la ciudad de Bayamo, proclamó la independencia y la abolición de la esclavitud, iniciando un lago período de lucha nacional.

El 20 de octubre de 1868 se entonó por primera vez el Himno Nacional, La Bayamesa, llamado así como repetición del significado que tuvo la Marsellesa para los revolucionarios franceses, y como expresión de su carácter revolucionario y del lugar en que nacía la rebeldía nacional.

Un músico cubano, el maestro Manuel Muñoz Cedeño, tuvo a su cargo la orquestación de aquella marcha, y Perucho Figueredo escribió la letra que, a coro con la música, se cantó por primera vez por todos los que allí participaban.

A partir de ese instante, el Himno de Bayamo, junto con la bandera de la estrella solitaria y el escudo de la palma real, devendrían los tres símbolos nacionales y presidirían las luchas, a la vez que constituían la conciencia cubana, expresión y símbolo más alto y genuino de la cultura nacional.

El escenario cubano se vio invadido por nuevas corrientes filosóficas y expresiones, con una expansión cultural nacional, con sus valores cada vez más propios en la lucha contra uno y otro mal político y social.

La burguesía terrateniente criolla expresó los rasgos de una cultura nacional en el pensamiento y la literatura.

Aparecen condiciones para su desarrollo como la imprenta, en 1720,  una universidad medieval, escolástica, en 1728, el primer papel periódico, aparecido en 1790, y  la primera biblioteca publica en 1797.

En la última década del siglo XVIII y primera del siglo XIX la cultura logra un superior desarrollo, unido al crecimiento económico provocado por la caña de azúcar y contradicciones colonia y la metrópoli.

La cultura, integrante de la nacionalidad cubana, se alimenta de ella y la enriquece.

Logros del pensamiento y de la creación cubanos son el compositor Esteban (Brindis) de Salas y  los músicos José White e Ignacio Cervantes, las manifestaciones en la música, en la danza y en el teatro, con contenidos de canciones populares, obras teatrales, poemas, literaturas y otras manifestaciones del arte y la cultura con incipientes rasgos nacionales, los avances científicos y pedagógicos  con Félix Varela, y los poemas  a la nacionalidad cubana de José María Heredia.

También del escritor Cirilo Villaverde, el poeta y dramaturgo José Jacinto Milanés quienes muestran las nuevas corrientes independentistas y reafirman lo de cubano.

José Martí y Pérez resume en é lo más elevado, continuador y representativo de lo mejor de esta expresión patriótica cubana.

Con la intervención norteamericana desde 1898, Cuba verá frustrados largos años de lucha independentista y se convertirá desde el 1902 en una neocolonia yanqui.

Lo más genuino de la sociedad enfrentó esta situación y libró el combate desde variado terrenos, teniendo en lo cultural su permanente campo de batalla.

Desde universitarios, intelectuales, obreros hasta los campesinos desarrollaron la lucha por la dignidad nacional y antiimperialista desde sus distintas posiciones.

Pensadores como Juan Marinello y Raúl Roa y se encargarían de exponer los argumentos de esa batalla,  así como pintores como Rafael Blanco, 
Eduardo Abela, Víctor Manuel García, Carlos Enríquez lo expresarían con su
arte; músicos como Amadeo Roldán y Alejandro García Catarla desarrollar; en la poesía Manuel Navarro Luna y Regino Pedroso, narradores como Luis Felipe Rodríguez y Onelio Jorge Cardoso; dramaturgos como José Antonio Ramos.

Nicolás Guillén y Alejo Carpentier concentrarían la creatividad expresiva de la cultura cubana. Ambos tuvieron contactos muy cercanos con la realidad haitiana.

 “La historia de Haití es, sin duda, de una grandeza impresionante: como que está hecha con la sangre de un pueblo acostumbrado desde su nacimiento a luchar y morir por sus derechos”, escribió Guillén.

“Pocos han luchado, además, en la América, con tanto coraje como el haitiano, y con menos ayuda espiritual y material”, expresaría en el  Magazine de Hoy del ocho de febrero de 1942.

Y, el 10 de julio de 1959, en el periódico Hoy señalaría: “¿Qué ocurriría en Haití en estos momentos? El recuerdo de la isla cercana, que yo visité hace ya más de tres lustros, me punza y lastima. Trujillo, Duvalier, Santo Domingo... A boca de jarro, como un pistoletazo”.

El haitiano Jacques Roumain, uno de los más notables intelectuales del Caribe y de América, sostuvo una estrecha amistad Nicolás Guillén. Visitó La Habana durante los años 1941 y 1942 y en ese período consolidó los lazos de amistad con el poeta nacional.

“Sobre Jacques Roumain”, en un artículo en  el periódico Hoy  el 25 de mayo de 1961 Guillén notifica que en Cuba se publicaba la novela de Roumain, titulada: “Los gobernadores del rocío”.

El relata cómo conoció en 1937 a Jacques Roumain, en París, en ocasión de asistir ambos al Congreso por la Defensa de la Cultura, que tuvo lugar  en España que estaba en guerra civil y a favor de la República y contra el fascismo.

Hace una caracterización ideológica de Roumain y de cómo el intercambio entre ambos le permite conocer la situación política de Haití.

“Roumain fundó el Instituto de Etnología de Haití y como etnólogo aportó enormes proyectos a la consolidación de las antillas en el contexto de la cultura afro-antillana”.

“Yo le vi a Roumain la última vez unos días antes de morir, -refiere- a su paso por la Habana. (...) Almorzó en mi casa ‘algo que tuviera ñame’, como me pidió. Al partir puso en mis manos una copia mecanografiada de la novela y una libreta en que había muchas hojas manuscritas. ‘Son tus poemas’ me dijo”.

Entre sus “Elegías” escritas entre 1948-1958 está la que tituló “Elegía a Jacques Roumain”.

Alejo Carpentier y Valmont (La Habana, 26 de diciembre de 1904 - París, 24 de abril de 1980), hijo de una profesora de idiomas rusa y un arquitecto francés, trascendió en la literatura latinoamericana por su labor como ensayista, novelista, musicólogo y periodista.

A partir de su visita a Haití en 1943, donde recorre sitios históricos y monumentales del país como la fortaleza de La Ferrier y el Palacio de Sans-Souci, escribe su novela El reino de este mundo.

La obra en cuestión se inspiró en el rey Henri Chritophe y en su prólogo Carpentier expone su concepción sobre lo “real maravilloso”.
La obra del antropólogo y etnógrafo Fernando Ortiz es uno de los mayores esfuerzos intelectuales por comprender abarcadoramente la sociedad y la cultura cubanas.

El triunfo revolucionario de 1959 daría un vuelco sustancial a todo este panorama. Se le brindó atención intensa al progreso cultural de la nación, desde las bases de su educación, la asimilación de las mejores tradiciones de la cultura nacional y universal, creación de nuevos valores y seguimiento a lo mejor del talento artístico local, provincial y nacional.

Son atendidas las necesidades culturales de la población, la formación de personal apto para ello, la enseñanza artística, la conservación del patrimonio cultural, y es estimulada la creación artística, la  promoción de talentos jóvenes en el arte y en la cultura y la investigación científica.

Las instituciones públicas y otras, las infraestructuras institucionales destinadas a satisfacer las necesidades culturales, desarrollan un intenso trabajo en aras de las artes plásticas, la danza, la literatura, la música, el teatro, el cine, la danza,  la gestión editorial, las  bibliotecas, la literatura y la lingüística,  los museos y los monumentos, con una atención especial a los creadores, los promotores, los especialistas, los docentes, los investigadores, los empresarios, los productores y directivos de instituciones sociales y culturales, así como al público en general,

Una función especial se desarrolla mediante las Casas de cultura y el movimiento de aficionados, con lo cual se realiza el trabajo cultural en las comunidades.


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